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GoldenEye, Jamaica: Donde nació James Bond.

Entre cócteles, mar turquesa y ficción con licencia para seducir.

Hay destinos que son solo postales. Y hay otros que son parte del imaginario colectivo. GoldenEye, en la costa norte de Jamaica, es uno de esos lugares donde la realidad se mezcla con el mito. Fue allí, entre palmeras y playas solitarias, donde Ian Fleming creó a uno de los personajes más icónicos de la cultura pop: James Bond. No en un estudio ni en una ciudad gris, sino rodeado de naturaleza cruda, con el sonido del mar como banda sonora.

Un escondite con historia.

Corría 1946 cuando Fleming, ex agente naval británico, decidió construir una villa sobre una colina virgen frente al mar Caribe. La llamó GoldenEye. Fue su refugio, su oficina, su mundo secreto. Allí escribió catorce novelas de James Bond, incluyendo Casino Royale, Dr. No y Goldfinger.

Hasta que apareció Chris Blackwell, fundador de Island Records (descubridor de Bob Marley, entre otros), quien transformó GoldenEye en lo que es hoy: un hotel boutique de lujo relajado, que mantiene intacta la magia del pasado.

Los visitantes del lugar no eran menos legendarios: Noël Coward, Katharine Hepburn, Errol Flynn y hasta la Reina Madre pasaron por este rincón. Y cuando Fleming murió, el lugar pareció dormirse en el tiempo…

Playas privadas, lagunas de ensueño y naturaleza intacta.

GoldenEye se ubica en Oracabessa Bay, al noreste de Jamaica. Su paisaje es un poema tropical: arenas blancas, agua turquesa, vegetación salvaje y una atmósfera casi cinematográfica.

Pero lo que lo hace único es su diseño: no hay edificios gigantes ni pasillos impersonales.

En cambio
todo está pensado para mimetizarse con el entorno:

villas privadas, cabañas sobre la laguna, y caminos de piedra entre jardines caribeños.

El ritmo es pausado. El lujo, silencioso. No hay pretensiones, pero sí detalles que hablan de elegancia sin estridencias: duchas al aire libre, hamacas escondidas entre palmeras, cocteles servidos al borde del muelle.

Dormir donde dormía 007.

El hotel ofrece distintas opciones de alojamiento, todas con nombres que evocan lo literario y lo íntimo: Lagoon Cottages, Beach Huts, One Bedroom Villas, y por supuesto, la Fleming Villa, donde todo comenzó.

Hospedarse allí es como entrar a una historia que aún se está escribiendo. Las villas tienen vista a la laguna o al mar, piscinas privadas, y un diseño que combina madera local, textiles naturales y una energía de “me bajo el mundo sin hacer ruido”. Cada espacio está pensado para desconectar sin renunciar al confort.

Las actividades siguen ese mismo espíritu: kayak por la laguna, snorkel en aguas cristalinas, clases de cocina jamaicana, o simplemente tiempo sin reloj en una reposera mirando el horizonte.

Para fans, para viajeros, para soñadores.

Para los fanáticos de Bond, GoldenEye es más que un hotel: es un santuario. Un lugar real donde la ficción cobró vida. Se puede visitar la mesa original donde Fleming escribía, recorrer los senderos que inspiraron escenas clave, o pedir un martini (mezclado, no agitado) en la barra junto al agua.

Pero también es un destino para amantes del viaje consciente, del diseño orgánico, de la naturaleza sin maquillaje. Es un lugar que invita a bajar el ritmo, a escribir tu propia historia, aunque no incluya espías ni persecuciones.

Ian Flaming escribiendo

¿Listo para tu propia misión secreta?

GoldenEye no es solo un lugar para los fans de James Bond. Es una experiencia para cualquiera que alguna vez haya soñado con escribir su propia historia frente al mar, entre la selva y el silencio.
Ya sea que vengas por la historia, por el lujo sin pretensiones o simplemente para escaparte del mundo un rato, este rincón de Jamaica te espera con una copa en la mano y un atardecer que parece sacado de una película.

¿Te animás a ser el protagonista?